A veces, los proyectos más verdaderos nacen en medio de la incertidumbre.
Este capítulo de Kren comenzó en un contexto difícil: inicios de la pandemia, cuando todo el mundo se sentía vulnerable, frágil, buscando contención. Yo seguía trabajando como enfermera en un consultorio, cumpliendo con mi rol en el área de la salud, pero también con el corazón dividido: llevaba ya un tiempo creando productos naturales en casa, desde la convicción de que se podía cuidar la piel con respeto, sin dañarla, sin saturarla de químicos.
Un día, mis colegas comenzaron a enterarse de mi pequeño emprendimiento. Con curiosidad y cariño, me pidieron que les llevara productos. Confiaron en mí, en mis fórmulas simples, hechas a mano, con plantas, aceites y todo lo que había estudiado y cuidado al detalle. Probaron bálsamos, cremas, desodorantes. Y poco a poco comenzaron a contarme lo que sentían:
✨ “Me calmó la piel”
✨ “Esto sí me funciona”
✨ “Nunca había usado algo así de natural que de verdad ayudara”
Y fue ahí, en esos pasillos de atención médica y mascarillas, donde supe con certeza que esto era más que un hobby. Que Kren podía ser un proyecto importante, que podía acompañar la salud de la piel de verdad. No desde el marketing, sino desde el bienestar.
Algo hermoso ocurrió: se unieron mis dos pasiones —la cosmética y la enfermería— en una sola misión.
Entendí que no se trataba solo de hacer cremas bonitas, sino de crear productos que acompañaran procesos reales, pieles sensibles, irritadas, cansadas. Que lo que formulaba podía aliviar, cuidar, sanar.
Desde entonces, Kren dejó de ser “mi proyecto” para ser “mi propósito”.
Una forma de unir la ciencia con la naturaleza. El cuidado con el conocimiento.
Y siempre con amor, desde el sur.
Gracias por estar al otro lado, por leerme y por creer en esta historia que sigue creciendo paso a paso.
Luisa Gaete Covarrubias
Fundadora de Kren Cosmética Natural
